miércoles, 29 de febrero de 2012

Wikileaks y la salud de Chávez



El portal de filtraciones Wikileaks publicó ayer un correo electrónico que dice que a Chávez le quedan dos años de vida. Se trata de un mensaje filtrado procedente de la empresa privada de seguridad Stratfor Global Intelligence, con sede en Tejas. Al parecer, esta compañía de análisis de información de inteligencia asegura, sin validar la veracidad de los documentos filtrados (un total de cinco millones de e-mails), que los médicos rusos y cubanos que atendieron a Chávez en junio de 2011 le dan menos de un año o dos de vida.

Prefiero citar toda la información publicada en la edición electrónica del diario español El País, firmada por M.J. González:

“En un correo electrónico fechado el 5 de diciembre de 2011 enviado a George Friedman, consejero delegado y fundador de la empresa, Reva Bhalla -directora de análisis de Stratfor y analista senior para Oriente Próximo, Sudeste asiático y Latinoamérica-, habla de una fuente ‘muy bien conectada que trabaja con Israel’ y que revela las críticas del equipo médico ruso sobre el primer tratamiento de Chávez en junio de 2011, cuando fue operado de un ‘absceso pélvico’ en La Habana.

“Los médicos rusos se quejaban de que los cubanos no tienen el equipo apropiado para tratar a Chávez y les acusaban de haberle realizado una ‘cirugía incorrecta’ la primera vez para tratar de extraerle el tumor. Pocos días después, este equipo ruso fue el encargado de la segunda intervención de ‘limpieza’ en la zona pélvica de donde le sacaron un ‘bola del tamaño de una pelota de béisbol’, según describió el mismo Chávez. Es por ello que los rusos dan menos de un año de vida al mandatario. Los cubanos le dan dos.

“El presidente ha dicho que se siente mucho mejor de ánimo para afrontar esta nueva amenaza a su salud, y  a pesar de las recomendaciones de que se operara en Brasil, ha vuelto a elegir La Habana para hacerse la nueva intervención.

“El informante revela -según el correo- que el tumor de Chávez comenzó como un ‘crecimiento cerca de la próstata y se extendió al colon’. Cita a fuentes médicas confiables que señalan que el cáncer se ha propagado a los nódulos linfáticos hasta la médula ósea.

“Chávez, actualmente en La Habana para someterse a otra cirugía hoy o mañana al detectársele hace más de una semana una ‘lesión’ de dos centímetros en el mismo sitio de donde le fue removido el tumor, es un ‘mal paciente’, señalan los médicos, según reseña el e-mail. Fuentes del equipo médico citadas en el correo por la analista dicen que Chávez, ‘no escucha a sus médicos e interrumpe el tratamiento cuando va a realizar alguna aparición pública’.

“Aquí entra la versión de que el mandatario venezolano buscó la ayuda de medicina ‘natural’ china, que recibió un abierto rechazo por el equipo chino. ‘Solo Chávez puede tener el equipo médico más politizado del mundo’, dice Reva Bhalla.

¿Elecciones sin Chávez?
“Los correos electrónicos filtrados por Wikileaks están fechados entre julio de 2004 hasta finales de diciembre de 2011. Por eso, en este correo sobre el futuro de Chávez y Venezuela, aparece el gobernador de Zulia, Pablo Pérez, como el que tiene más opciones de ganar las internas de la oposición, celebradas el 12 de febrero y en las que Capriles Radonsky, gobernador del Estado de Miranda, se alzó victorioso.

“De parte del oficialismo, el nombre más mencionado en el correo electrónico de la analista es el de Nicolás Maduro, quien fuera el ministro de Exteriores de Chávez. ‘Maduro es un perro leal a Chávez y es visto como el más pragmático del régimen. Si la salud de Chávez empeora de forma significativa antes de las elecciones previstas para octubre de 2012, esperen que proclame a Maduro como su sucesor, de una u otra forma’, comenta la analista. A su juicio, el nombramiento de Maduro como candidato ‘sería menos arriesgado a que Chávez vaya a las elecciones, las gane, muera repentinamente y se desate una férrea lucha por el poder dentro del Partido [Socialista Unido de Venezuela]’. Dice que Rusia y China apoyan a Maduro, pero que La Habana prefiere a Adán Chávez, hermano mayor del mandatario.

“‘Maduro es visto más como un candidato tipo Lula. Tiene seguidores, carisma y también es una persona que equilibra. Es el tipo de hombre que podría abrirse a Estados Unidos y mantenerse cerca con el resto, lo que pone nervioso a Irán’, comenta la analista.

“En un apartado Bhalla escribe sus impresiones sobre el estamento militar venezolano: ‘¿Adivina quienes han sido los más colaboradores con nosotros últimamente? La elite militar’, dice la analista en el correo en el que asegura: ‘Han estado viviendo la buena vida. Aman las mujeres... aman las bebidas, son fáciles de sobornar. No les importa Chávez, les preocupa mantener sus actuales estilos de vida’.

“Según el correo de la analista, son estos militares quienes se han acercado a ellos, tratando de aislarse de un escenario sin Chávez. ‘Es por ello que vemos a Chávez invirtiendo mucho tiempo y dinero en desarrollar las milicias. Son su mejor póliza de seguro’.

Fin de la cita de El País. Venezuela, al parecer, tiene una nueva informante. Es la llamada señora Bhalla, la directora de análisis de la compañía que filtró el correo a Wikileaks.

Wikileaks es una asociación sin fines de lucro dedicada a publicar documentos y análisis políticos y sociales, que resguarda en el anonimato a las fuentes. No ha sido esta vez el caso que nos corresponde tratar. Una empresa, y una portavoz identificada, explican y analizan el flujo de correos. 

En la historia, por supuesto, quedan varios cabos sueltos. ¿Son los militares venezolanos los verdaderos informantes de la compañía tejana? ¿Se trata todo esto de un medio para crear más confusión y polémica en torno a la salud del presidente de Venezuela o tal vez para beneficiar a alguien en los comicios presidenciales de octubre?

No deja de llamar la atención que si bien ayer El País publicaba esta información, ningún periódico venezolano se hizo eco de las supuestas filtraciones de Wikileaks. Me pregunto si mis colegas en el país hicieron una sana demostración de ética periodística o dejaron pasar una oportunidad de oro para abrir una buena página de política.

En todo caso, el caso del cáncer de Chávez se ha querido manejar en Venezuela como un secreto de Estado. La oposición ha criticado, con razón, esta actitud. Los venezolanos deben saber exactamente cuál es el verdadero estado de salud del jefe de Estado. Hoy se sabe que su intervención médica en La Habana ha sido exitosa.

No sabemos si el cable de Wikileaks es cierto, si la señora Bhalla miente. No sabemos ni siquiera si la señora Bhalla existe. Es tan difícil querer creer todo lo que leemos y vemos en el vasto océano mediático de nuestra sociedad.

La verdad es una búsqueda auténtica del verdadero periodismo, y el aire que llena de vida los pulmones de la opinión pública y de toda sociedad.

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La foto que he utilizado fue tomada por Tim Padgett, de Time World.

martes, 28 de febrero de 2012

Anónima existencia



La señora Oliva hacía esfuerzos indecibles para nunca llamar la atención. Vivía en un apartamento situado en la calle 72. En el octavo piso de un edificio cubierto de piedras grises y balcones de hierro forjado con motivos de flores carnívoras. Las paredes de su salón dorado estaban tapizadas, desde los rodapiés hasta los techos, con cuadros de Picasso, Rubens y Van Gogh. Una escultura griega, del 400 antes de Cristo, era el centro de su vieja mesa de roble, renacentista, de más de 600 años de antigüedad, comprada en un bazar de Venecia.

Sólo comía galletas de soda con queso gruyère, tanto para desayunar como al mediodía, y nunca cenaba. Tenía un gato angora, de ojos esmeraldas, que entonaba su dulce ronroneo cada vez que ella decía –mientras escuchaba la primera aria de la ópera Las bodas de Fígaro–: “Es hora de hacer la compra”.

En ese momento, ella se dirigía a su habitación, sin muebles, sólo con una alfombra persa, auténtica, comprada por internet a un mercader de Damasco, y abría su guardarropa de ópalo. Sacaba uno de sus vestidos de Givenchy, de corte negro, y se vestía mientras su voz de soprano hacía tintinear los cristales de las ventanas.

Se miraba en el espejo de media luna, y sonreía como Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes. De hecho, intentaba peinarse como ella, como un muchacho, y usaba unas gafas de sol, de pasta, perfectas para pasear en Cannes una tarde de otoño.

Encendía su cigarrillo de boquilla de ébano labrado, con incrustaciones de rubíes, y salía a la calle con un chal de Manila que poco o nada combinaba con Givenchy. Ella sonreía.

Caminaba por la calle 72, bajo la mirada abrasiva del sol, hasta llegar a su tienda favorita, donde podía encontrar sus quesos frescos y sus galletas de soda del día. Aunque ya estaban acostumbradas a verla, los vendedores de mangos de la calle no podían mantener la boca cerrada cuando ella salía toda perfumada con su aroma de melocotones y dátiles.

Las cajeras de la tienda no podían dejar de voltear la mirada cuando la señora Oliva dejaba escuchar el taconeo de sus zapatos Carolina Herrera.

Sonreía con el encanto de las leyendas de Hollywood, con un hoyuelo en la barbilla.

Luego de comprar su queso y sus galletas, regresaba a su apartamento. El gato la esperaba, impaciente. Para él, esa noche, como todas las noches, había una cena de gruyère con ligeras motas de cigarrillo que la señora Oliva dejaba caer, sin darse cuenta, sobre el plato de cerámica de Lladró donde comía.

Cada noche, la señora Oliva se tumbaba en un diván de opereta, y observaba las fotografías de sus vacaciones en Roma, del año 1965, cuando conoció en un hotel de la plaza de España a un coronel ruso con sus charreteras empolvadas y sus bigotes plásticos, que le cantaba, en una aflautada versión de tenor, el aria Caro nome, de Rigoletto.

La señora Oliva había logrado escapar de un serrallo turco, había sido domadora de corceles de Arabia, modelo de fotografías en un estudio en París, antigua profesora de croata y esperanto, y vivía en Maracaibo, en el más estricto secreto, los últimos días de su anónima existencia.

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Marlene Dietrich, 1935. Fotografía de Cecil Beaton. Cecil Beaton Archive, Sotheby’s. Londres.

Ideas sobre la complejidad de un libro complejo



Puede ser apropiado comenzar esta síntesis del libro Ideas sobre la complejidad del mundo con una breve reseña de su autor, el catalán Jorge Wagensberg (el apellido podría despistarnos), nacido en 1948 en Barcelona, licenciado en Física por la Universidad de Barcelona (1971) y doctorado por la misma institución en 1976. Wagensberg ha sido director del barcelonés Museo de la Ciencia, profesor de la institución que le licenció y doctoró, y director de la colección Matatemas. En sus fotografías se deja ver como un buen catalán de cabellos abundantes y entrecanos, piel bronceada por el sol mediterráneo y una mirada entre divertida y aguda que da en el clavo con la esencia de sus libros y posición científica: la ciencia no es tan complicada como la gente piensa y no existe ningún componente genético por el cual a unos se les haga más fácil entenderla que a otros.

En efecto, en una entrevista concedida al diario El País el 27 de mayo de 2006, Wagensberg apunta: “La ciencia es la forma más simple y comprimida de comprender la realidad”. Sentencia minimalista. En efecto, el catalán recomienda, en la entrevista de El País, títulos como Los primeros minutos del universo (Alianza), de Stephen Weinberg –“explica muy bien el Big Bang”, dice-; ¿Está usted de broma Sr. Feynman? (Alianza), de Richard Feynman –“habla de ciencia rigurosa y consumada”-; El pulgar del panda (Crítica), de Stephen Jay Gould –“una primera aproximación a grandes temas científicos”-, y Mente y materia (Tusquets), de Erwin Schrödinger. A la lista añade El hombre anumérico (Tusquets), de John Allen Paulos.

La entrevista, con el ambiente de la Feria del Libro de Madrid de fondo de ese o, señala: “Wagensberg se ha enfrentado a los textos científicos también en calidad de autor y confiesa que lo que más le ha costado explicar ha sido ‘el concepto de la complejidad; el paso de lo inerte a lo vivo, sin hablar de magia’, que trató en La rebelión de las formas (Tusquets). Reconoce que los libros de divulgación a veces abordan los temas como un libro de texto desde una perspectiva monotemática” y se lamenta de que la biología y las nuevas tecnologías sean las disciplinas de las que menos sabemos.

Es interesante también subrayar esta frase del científico (“el concepto de la complejidad; el paso de lo inerte a lo vivo, sin hablar de magia”), muy apropiada para resumir su libro estudiado: Ideas sobre la complejidad de un mundo complejo.

En el primer capítulo, Wagensberg nos explica cómo empieza la elaboración del conocimiento. Todo comienza con los estímulos, que pueden ser duros (provenientes de la propia conciencia, asalto, agitación del alma) y blandos (originados por otra conciencia: un cuadro, una conversación, un libro). Estos estímulos, llegados a nosotros vía sensorium, son los que nos remiten la idea de la complejidad. Al estímulo le sigue la inquietud, el elemento motor del conocimiento, y tras la inquietud viene una pregunta, y después (voilà!; ¡eureka!) una respuesta. Todo ello, dicho así, podría ser el tema de un cuento narrado por una maestra de preescolar a sus pequeños estudiantes. Sin embargo, con el transcurrir de las páginas, el hilo de Wagensberg se va haciendo cada vez más sesudo (por no decir complejo, que ya es mucho redundar) hasta lograr que cada capítulo dibuje un círculo virtuoso de conocimiento, que es una de las frases de mayor gancho del libro (al menos, en humilde opinión del autor de este resumen).

El primer capítulo sienta las bases de lo que sigue a continuación. El siguiente toca la esencia que explica la esencia de la complejidad del texto: para Wagensberg, la termodinámica de los procesos irreversibles y la teoría matemática de la comunicación constituyen, a su juicio, “la aportación más importante surgida en los últimos años para el conocimiento de la complejidad”. Tras dibujarnos estos círculos virtuosos, el investigador nos recuerda que el concepto puente para deslizarnos de unas complejidades a otras será el concepto de azar, capítulo este (el tercero) que sirve de alto en el camino para hacer una crítica al método científico. Todas estas exposiciones sirven, de nuevo en palabras del autor, para ofrecer al lector “un aluvión atropellado de nuevas inquietudes” que abre la puerta de entrada a la zona multifronteriza de la filosofía, el arte y la conducta humana.

En mi opinión, un capítulo clave del libro es el quinto: La simulación de la complejidad (Ver, mirar, observar, experimentar y simular), que abre una segunda y tal vez poco perceptible compuerta en ese corredor de infinitas posibilidades que es la búsqueda del conocimiento, compuerta que bien podría llevar un título que exprese una idea más o menos como ésta, salida, cómo no, del propio autor: “Aunque la complejidad del mundo real nos impida su observación y experimentación, sí podemos experimentar y observar un mundo simulado”. Es éste el caso, y muy evidente quizá, de las computadoras, maquinarias por excelencia de la simulación del pensamiento y del mundo real. Y en este trampolín sugerido por la simulación como eje descubridor o indagador de la complejidad, asistimos, entonces, al más bello de los fragmentos escritos por Wagensberg en su libro: el dedicado al arte como una forma de conocer la complejidad o el “principio de la comunicabilidad de complejidades ininteligibles”, hipótesis fundamental, según el catalán, del arte.

Manifestación de la libertad, foco de revolución, manifestación de la cohesión social, manifestación del espíritu, fuente de verdad, compensación, indemnización o desagravio por la realidad, forma de huir de la realidad, manifestación de lo sublime o de lo bello. El arte, el gran círculo virtuoso de la obra objeto de estudio, remite la idea de que en una partitura de Bach, en un cuadro de Picasso o aún en una novela de Agatha Christie pueden aletear, con pasmosa belleza y mortal profundidad, los abismos de la complejidad. En este apartado, la labor de distinguir al científico del artista puede convertirse en una difícil tarea por una serie de razones cuyos argumentos, sólo algunos de ellos, son los siguientes: “el arte es la continuación del conocimiento por otros medios” y “el progreso del arte es, en el fondo, el de toda cosa viva, a saber, el producto de una dialéctica entre la autoorganización (innovación) y la adaptación (trabajo), pero con una fortísima ligadura en su contorno: el hombre”.

Ciencia y arte, sin mencionar por ahora la filosofía, componen la suma de los círculos, el gran círculo de la virtud del conocimiento. Una idea que ya suena tanto a Vigotsky y a sus aportes fundamentales a la psicología y a la educación que es casi imposible, llegados a este punto, no recrear en nuestras mentes el posible escenario del discurso capital del eminente ruso pronunciado en 1924, en la segunda edición del Congreso de Psiconeurología de Leningrado, y cuyas ideas, basadas en el hecho de que los seres humanos poseen la capacidad de transformar el medio para sus propios fines, lograron que años más tarde se encontraran nuevos (o tal vez ignorados) estadios de la mente humana y de sus múltiples y maravillosas interacciones con el medio social, factor crucial del aprendizaje. Pero tal vez ya ésta sea la idea que dé inicio a otro informe. O a la segunda parte del mismo informe porque, a fin de cuentas, se trata de seguir dibujando más círculos virtuosos al estilo de Wagensberg, o de seguir poniendo más ladrillos de ideas y pensamientos según un excepcional seminario sobre constructivismo de Febres-Cordero, inolvidable decana de la UCAB.

Maracaibo, diciembre de 2007

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Éste es un análisis del libro Ideas sobre la complejidad del mundo (Wagensberg J., 1989. Barcelona: Tusquets, 2ª edición). Una lectura para pensar mucho y nunca para querer quedarse dormido.

La universidad venezolana en la historia



La palabra “universidad” parece encerrar las claves del universo. Cuando los antiguos griegos o egipcios, unos 400 años antes de Cristo, fundaron respectivamente los liceos o gimnasios, y las primeras bibliotecas de la humanidad, pretendieron a su manera preservar las ciencias naturales y humanísticas conocidas entonces, los conocimientos y las artes, los registros de la historia, del pensamiento, de la vida: el universo mismo. Sin embargo, la forma actual de universidad como centro de estudios formales, que no sólo preserva sino que también reproduce el conocimiento y le otorga a su vez un rango formal de disciplina, que profesionaliza y otorga una licencia para ejercer un oficio, comenzó durante los tiempos medievales, período en el que nacieron dos instituciones de gran impacto cultural: la Universidad de Bolonia (1088, donde el estudiante recibió el mayor peso de los privilegios) y la Universidad de París (1150, que invirtió el proceso de su predecesora y confirió en el maestro el máximo puesto de importancia).

Unos cien años después, en 1220, fue fundada la Universidad de Salamanca, que determinó e influyó poderosamente en la creación de la universidad de América Latina con sus rasgos básicos: autonomía, organización en torno a facultades y escuelas, e incluso en el “ritual y pompa” de la ceremonia de graduación. Asimismo, la institución salmantina tomó el modelo de su homóloga boloñesa y otorgó a los estudiantes un peso clave en la toma de decisiones.

Estas primeras entidades fueron creadas con el fin de discutir y de conservar el conocimiento entre un grupo privilegiado de estudiantes y maestros que dieron comienzo a la idea de lo que hoy vemos como una “comunidad”,  como un encuentro para la discusión y reflexión de los grandes temas planteados por la humanidad.

En 1538, la Universidad de Santo Domingo es la primera institución de educación superior en la América colonial, seguida a su vez por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Lima (1551), y la actualmente llamada Universidad Nacional Autónoma de México (1551).

Tardíamente, tras luchas, viajes y ensayos, llegó a Caracas, en 1721, la primera universidad venezolana bajo el nombre de Real y Pontificia Universidad de Caracas. En 1810, es creada la Universidad de Mérida, hoy Universidad de Los Andes. Estas primeras instituciones velaron por la pureza de la fe católica; para ser admitido, había que ser de raza blanca, tener buenos antecedentes, conducta intachable. El grado se confería en la capilla universitaria. La religión del Estado era enseñada y defendida poderosamente, hecho que recuerda los orígenes de la universidad medieval, estrechamente vinculada a la figura del monasterio, donde el trabajo y el estudio complementaron la vida dedicada a la oración y la meditación.

A la herencia eclesiástica de la universidad venezolana sucedió el patrón monárquico-napoleónico del siglo XVIII, seguido por el sistema anticolonial del siglo XIX, en cuyos años finales vieron la luz otras dos decanas instituciones nacionales: la Universidad del Zulia (1891) y la Universidad de Carabobo (1892). Anterior a estos centros, ocurre un antecedente importante de la educación superior en Venezuela: el Movimiento de Córdoba (Argentina, 1818), imprescindible respuesta estudiantil que retomó las grandes ideas universitarias que aún subyacen en la actual institución: la idea de la autonomía y el cogobierno (participación activa de todos los actores de la comunidad universitaria), así como otros ideales reproducidos en la universidad moderna de Venezuela: la gratuidad, la democracia y el carácter popular.

Este texto es parte de una serie de informes que presenté en el seminario de Educación Superior del Doctorado en Ciencias Humanas (Universidad del Zulia), en 2006. En la foto, imagen del Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela.