Anoche vi con Zureya El
discurso del rey, la ganadora el año pasado de cuatro premios Oscar,
incluidos el de mejor película y mejor actor para un ejemplar Colin Firth. Creo
que el filme es un retrato maestro del miedo al fracaso en la comunicación de
un dirigente mundial de la talla del rey Jorge VI, padre de la actual soberana
de Inglaterra, Isabel II. En esta película, asistimos a la historia de una
amistad entre un hombre acosado por sus complejos personales, reflejados en una
tartamudez susceptible de ser curada, y un ortofonista australiano, Lionel Logue,
cuyos remedios y astucias consiguen el milagro esperado: un mensaje coherente,
bien pronunciado y articulado, en una voz firme que anuncia, ya en los últimos y sublimes minutos
del filme, que la Inglaterra de finales de los treinta se va a la guerra contra
la Alemania de Adolf Hitler.
Pienso que esta obra, que se ha ganado el pase con
derecho a los grandes clásicos del cine, describe también el peso del discurso
de los políticos y figuras gubernamentales y públicas. Recuerda que hay una
gran responsabilidad concedida a quienes hablan desde los micrófonos de Buckingham
o Miraflores. La tartamudez, que es una dificultad en el habla de muchas
personas, puede ser también un símbolo de la incoherencia, vaguedad o
inconsistencia del discurso de muchos que gobiernan sus países como reyes feudales con
privilegios divinos e ínfulas de mesías a través de redes sociales en la distancia de una isla del Caribe.
Me temo que para este tipo de tartamudeces no existe
ninguna cura.
*
Un fotograma del filme El discurso del rey (2010), protagonizada por el actor Colin Firth.
No hay comentarios:
Publicar un comentario