La prensa
internacional anuncia esta semana que la red de redes “comienza a dar señales de
agotamiento entre sus fieles”. Al parecer, “la imagen de la red social se ha
deteriorado desde que está en la Bolsa”. Su cotización bursátil ha pasado en
unos doce días de un máximo de 45 dólares a un mínimo de 26,80. La caída se
explica en parte por la publicidad, el motor que mueve los engranajes de la fábrica
multimillonaria de Mark Zuckerberg. Entre otras razones, el formato Facebook de las tabletas y teléfonos móviles
o inteligentes no permite visualizar la publicidad según la versión clásica. Y aún
más: una encuesta revela que “el 34% de los estadounidenses pasa hoy menos
tiempo en ese sitio que hace seis meses”.
Todas las frases
entre comillas que acabo de citar pertenecen a El País, de Madrid. The New
York Times señala el caso de “comienzos decepcionantes”. Le Monde se pregunta si Facebook rebasó
hasta el extremo sus posibilidades de hacer aún más dinero. ¿Quién lo sabe? Si
los expertos financieros o bursátiles nos dicen que uno de los fenómenos sociales
más importantes de la década está perdiendo rentabilidad, Facebook constituye hoy
una “familia” de mil millones de personas.
Y son mil millones
de nombres, con sus apellidos y fotos (sobre todo eso, fotos), que se conectan
cada día para ver y dejarse ver, para enterarse de las novedades del amigo que
se fue, de lo que se dice o se deja de decir. Facebook tiene la virtud, por dar
un ejemplo, de fomentar una red de opiniones y puntos de vista alrededor de una
simple fotografía. Un autor se pregunta en un artículo que utilizamos en
nuestra clase de español si Facebook y Messenger pueden ser una amenaza al
contacto real entre la gente. En una época se pensó lo mismo de la radio y
luego de la televisión. En mi opinión, el tiempo ha demostrado que el
establecimiento de nuevos medios de comunicación hace un mundo más abierto y
mejor conectado.
Yo soy optimista,
tal vez demasiado. Facebook podrá perder dinero en la Bolsa, pero jamás desaparecerá.
Es cierto que su uso debe ser racional (ver televisión por horas en un mismo día
es tan desaconsejable como hacer del acto de mirar las fotos de los amigos una
verdadera adicción), pero el invento de aquel estudiante de Harvard, cuyos
comienzos son tan bien retratados en la película La red social (2010), ha llegado a nuestro mundo para hacerlo un
poco mejor. Sí, aún con todos los peros, Facebook ha hecho posible que nuestra
vida, compuesta por todos aquellos que nos rodean y nos han rodeado desde
nuestra infancia hasta nuestra madurez, sigan con nosotros de alguna manera,
aunque sea virtual. ¿No es esto algo simplemente maravilloso?
Gracias, Mark, por
hacerte rico, y a todos nosotros también.
*
En la imagen, un fotograma del filme La red social (2010), del director David Fincher.
Lo peor es que quienes lo critican son los más activos en la red, digo yo, si tanto les incomoda por qué tienen una cuenta entonces, incongruencias de la vida. Puro Bullshit bla bla bla. Para mi es cool, es innovación y de estar en contacto con tu gente querida que geográficamente se tiene lejos
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