Nos prometimos una cura de renovación, una promesa de autoayuda —que si ahora escuchamos mejor a los pájaros cantar, que de repente nos interesamos de verdad en los vecinos a los que hace tan sólo unos meses saludábamos con el «bonjour» de rigor—, pero creo que en el fondo seguimos siendo los mismos.
Los mismos, sí, aunque con un poco más de experiencia, y también con unos cuantos kilillos de más. Algo nos dice que, si una pandemia es capaz de paralizarlo todo y de poner contra las cuerdas la estabilidad de nuestro sistema económico y social, hay ciertas cosas que habrá que ir cambiando poco a poco, si nos dejan, claro. Los próximos meses no serán fáciles. El desconfinamiento irá realizándose por etapas. Se supone que las escuelas abren esta semana, pero no todas. La de Daniel permanecerá cerrada por orden de las autoridades municipales que consideran que aún es demasiado pronto para asegurar un regreso a clases en condiciones relativamente «normales».
Mientras, aquí seguimos. Emma y yo salimos a correr unos minutos en nuestro primer día de libertad. El cielo se veía más despejado. Todo parecía más limpio: las hojas más verdes, la brisa más pura. El planeta se ha dado un lifting, un vaciado de aceite, una cura de sueño. Greta Thunberg debe estar bailando de un pie. Hasta que la música del mundo comience de nuevo y alcance su tempo anterior.
Esperemos hacerlo un poco mejor esta vez.
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Greta
Thunberg, el 23 de julio de 2019, fotografiada en París por Lionel Bonaventure.
Estos tiempos de cuarentena me han servido para retomar viejas inquietudes las cuales ahora son abordadas con el debido tiempo sumada esta obligada reclusión física a mi condición de Profesor jubilado de la Facultad de Arquitectura de la Universidad del Zulia después de cuarenta y tres como docente activo en materia de Diseño Arquitectónico y cincuenta y dos años de ejercicio profesional.
ResponderEliminarDebo decirle que dos sentimientos me han acompañado en como Arquitecto: Mi amor por la Historia y mi amor por Maracaibo, mi lugar de Nacimiento.
Son precisamente estos dos emociones y el tiempo del cual ahora dispongo libremente las que me han impulsado a escribir en forma de crónicas aspectos de la vida pasada de Maracaibo: Su gente desde tiempos inmemorables, sus manifestaciones, su Arquitectura, sus quehaceres sus aportes, ... Pero sobre todo trayendo al presente los olvidos que han arropado a persones y manifestaciones de la Arquitectura que hicieron de Maracaibo una Ciudad donde la Belleza y el Trabajo iban de la mano.
Uno de esos misterios tiene que ver con una de sus inquietudes pasadas: La casa o mansión de Joshua Da Costa Gómez en Maracaibo, la cual imaginando su esplendor pasado, siempre estuvo mi inquietud de poder conocer el autor de su diseño y esa inquietud de siempre es la que ahora he retomado.
Buscando información, cosa no muy fácil en nuestro medio, hoy tuve la suerte de leer su artículo "Despejando el misterio del Palacio de Loyola" escrito en su blog el 30 de Junio de 2012, Pudiendo decirle al respecto que al leerlo he podido corroborar aspectos ya investigados por mi y conocer otros que desconocía. Por ejemplo, saber que la familia o antecesor de Joshua Da Costa Gómez fue o fueron los propietarios de la famosa pero desaparecida " Casa Azul"
Esto hace ver que este prestigioso empresario no fue un recién llegado a Maracaibo cuando comenzó sus impresionantes obras urbanas relativas a la Electricidad y Transporte.
Sin embargo, hay dos aspectos todavía no he podido conocer Por un lado la vida personal de Joshua Da Costa Gómez y por otro lado, el Arquitecto autor de su magnífico Palacete aun cuando lo intuyo.
He querido enviarle este demasiado largo escrito para decirle que lo acompaño en la búsqueda de lo desconocido u olvidado en Maracaibo y que mi búsqueda sigue ahora con más ánimo.
Recibe un cordial saludo.
Arquitecto Aquiles Asprino-Perozo
Ex-Decano de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad del Zulia
aquiles.asprino@gmail.com