Por una casualidad, me topé hace poco con un tropel de
gente en los Campos Elíseos, justo frente a la perfumería Sephora. Ante una
falsa alarma, varias chicas se apresuraban a subirse en los hombros de sus
amigos, y un arsenal de teléfonos activaba sus cámaras para dejar un registro visual
de aquel acontecimiento. ¿Cuál acontecimiento? La llegada de Lady Gaga para
promocionar su perfume, Fame, un día
después de su concierto en París.
No hace falta que diga que busqué por todos
los medios salirme cuanto antes de aquel atolladero. No fue tarea fácil. La gendarmería
había bloqueado las aceras con una serie de barras metálicas que hubiesen
podido ser fatales en caso de haber ocurrido una estampida. A nadie le
importaba. Los fanáticos aguardaban a su ídolo desde ambos lados de la avenida,
y llegué incluso a ver a una imitadora con unos tacones de cuero negro que debían pasar
de los 15 centímetros, maquillada con unos excesos y extravagancias que aún en
los Campos Elíseos, donde nadie mira a nadie, despertaban curiosidad,
comentarios y risas.
De Lady Gaga no sé prácticamente nada. No conozco ninguna
de sus canciones, nunca he visto uno de sus videos. No puedo hablar con
propiedad del tema. No me interesa, es todo. Sin embargo, creo que esa tarde en
París aprendí con cuánta facilidad nuestra sociedad sucumbe al encanto de la fabricación
de ídolos. Nuestra época ha visto el ascenso y estrepitoso descenso de estrellas,
cantantes sobre todo, que causan furor y revuelo, ejércitos de seguidores,
legiones de hipnotizados “ratones” que, como en aquel cuento de un flautista
que vivía en la ciudad alemana de Hamelín, terminan seducidos por la música hasta
ser devorados por el desastre causado por su propia ignorancia.
Me gustaría que fuésemos más indiferentes a este tipo de “flautistas”
como Lady Gaga. No lo sé; a lo mejor me equivoco. Cada quien puede hacer lo que
quiera con su vida y sus aficiones, pero en el fondo me alegra saber que, en lo
personal, no me cuente entre los millones de embelesados fabricantes de ídolos.
*
La imagen, extraída del sitio Daily-Gaga.com, forma parte del material publicitario del perfume Fame, presentado en París el pasado 23
de septiembre de 2012.
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