Panorama
es un símbolo. El símbolo de Maracaibo. Un periódico editado desde 1914. Este mes se celebra la primera centuria de
su fundación. Cien años se dicen demasiado rápido. En Francia, ni Le Monde ni Libération, fundados ambos después de la Segunda Guerra Mundial,
pueden presumir de un semejante aniversario. Sólo Le Figaro supera en las cuentas. En España, El País llegó con la Transición, y aún es un periódico joven, que
no llega a la cuarentena. Saco el ejemplo de estos diarios —considerados
miembros, según el enfoque que se quiera utilizar, de la llamada “prensa de referencia
del mundo occidental” — para recordar que el primer siglo de Panorama es, a la
vez, un mérito y una hazaña.
Un periódico es forzosamente el resultado de un grandioso esfuerzo intelectual puesto, claro está, al servicio de una imprescindible lógica económica. El sello Panorama simboliza una ciudad y una región de Venezuela, y constituye una excepción de rentabilidad en un mundo en el que los medios impresos se deben reinventar cada día para poder sobrevivir y volver a nacer. Y eso es un mérito.
Fundar y continuar en el tiempo la edición de un periódico
en el particular y difícil contexto de nuestra historia no es cualquier cosa. Panorama fue fundado en plena dictadura de
Gómez. En cien años, las páginas del diario han reconstruido la vida de un país
ligado, al parecer irremediablemente, al vaivén de la política, los presidentes
y las ideologías de turno. Ha salido indemne de la prueba, y eso es una hazaña.
Ahí tuve el privilegio de vivir los primeros años de mi corta carrera periodística y de conocer a grandes periodistas, que hoy considero mis amigos y que viven con tanta pasión el misterio del periodismo. No puedo citarlos a todos, pero me gustaría recordar aquí dos nombres: Néstor Luis Llabanero, nuestro Truman Capote criollo, brillante y maestro, a quien tanto le debo, y María Inés Delgado, actual directora editorial del diario, dotada de una capacidad insólita de talento y calidad humana. A nuestra querida Marinés, nuestra Mette-Marit zuliana, le ha tocado conducir las riendas del diario hacia el segundo siglo. Su cargo de directora es la evidencia de que el buen sentido prevalece en la visión de la presidenta y los directores del periódico.
Hoy me quiero unir, desde este lejano y casi anónimo blog, a las voces que felicitan a Panorama. Yo quiero felicitar y también agradecer. Si en el pasado no he sido lo suficientemente maduro como para reconocer el tamaño de las grandes experiencias que me dejó mi época en Panorama, hoy debo expresar gratitud por los días que ahí pasé y en los que obtuve las mejores satisfacciones profesionales que he tenido hasta ahora.
Feliz primer siglo, Panorama. Y muchas gracias.
Ahí tuve el privilegio de vivir los primeros años de mi corta carrera periodística y de conocer a grandes periodistas, que hoy considero mis amigos y que viven con tanta pasión el misterio del periodismo. No puedo citarlos a todos, pero me gustaría recordar aquí dos nombres: Néstor Luis Llabanero, nuestro Truman Capote criollo, brillante y maestro, a quien tanto le debo, y María Inés Delgado, actual directora editorial del diario, dotada de una capacidad insólita de talento y calidad humana. A nuestra querida Marinés, nuestra Mette-Marit zuliana, le ha tocado conducir las riendas del diario hacia el segundo siglo. Su cargo de directora es la evidencia de que el buen sentido prevalece en la visión de la presidenta y los directores del periódico.
Hoy me quiero unir, desde este lejano y casi anónimo blog, a las voces que felicitan a Panorama. Yo quiero felicitar y también agradecer. Si en el pasado no he sido lo suficientemente maduro como para reconocer el tamaño de las grandes experiencias que me dejó mi época en Panorama, hoy debo expresar gratitud por los días que ahí pasé y en los que obtuve las mejores satisfacciones profesionales que he tenido hasta ahora.
Feliz primer siglo, Panorama. Y muchas gracias.
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La imagen, extraída del sitio Delcampe.net, muestra
una postal de la calle Colón, en Maracaibo, lugar en el que se fundó Panorama. La postal lleva la fecha del
22 de junio de 1906, ocho años antes de la fundación del diario a cargo de los
hermanos Belloso Rossell.
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