miércoles, 18 de diciembre de 2019

Reír de pie



Se acaba 2019. Un pétalo menos en la margarita de la vida o más bien nuevas lecciones para memorizar en nuestro propio camino en el que de todo se aprende algo. Cada enfoque es válido. A mí, desde hace un tiempo, las series de televisión me subyugan y hasta me ruborizan cuando, por ejemplo, un colega de trabajo me dice que en su casa no tiene ni Netflix ni tele ni nada. Sólo libros. ¡Qué (sana) envidia me da! Los libros y yo también tenemos nuestro propio idilio, pero —y cuánto me pesa este «pero»— no puedo negar que soy un auténtico incondicional de algunas series producidas por ese ingenio audiovisual que actualmente vive una cuarta o quinta edad de oro, no lo sé, y del que me he propuesto inventarme cada dos por tres una nueva moraleja. No sabría por dónde empezar. Que si Chernóbil o The Crown y hasta Games of Thrones, cuya última temporada, aquí en Francia, se convirtió en todo un suceso alimentado por las revistas y números especiales de una decena de publicaciones vendidas como pan caliente en los quioscos. Así, sin más, la saga de los Targaryen fue una excusa más que válida para filosofar, discutir sobre los reveses del poder y del amor, hacer apuestas sobre quién sobreviviría a la sucesión previsible de muertes al mejor estilo de los Diez negritos de Agatha Christie. Escribo todo esto, y no me lo creo.

No obstante, si tuviera que decidirme por una serie, una sola, aquí va mi recomendación: The Marvelous Mrs. Maisel. Qué maravilla de historia. Aquí, una imbatible Miriam Maisel, interpretada por la estupenda actriz Rachel Brosnahan, nos regala el mejor premio de la vida: vivirla con humor, aunque el mundo se te venga encima. La señora Maisel es una neoyorquina de familia acomodada y judía —el padre es un matemático que enseña en Columbia; la madre, una auténtica bon vivant—, con dos hijos y un marido que se arrepiente demasiado tarde de haberla dejado por otra. Pero ella se confabula contra su destino y lo combate con sus mejores armas, el humor que pone a prueba en el difícil mundo de los monólogos de comedia o, mejor dicho, la stand-up comedy. La señora Maisel se ha venido conmigo en algunos eternos viajes en tren desde París a Montereau, donde trabajo desde hace unos cuatro años, y me ha enseñado con inteligencia que el diálogo consigo mismo, repleto de risas, de relativizarlo todo y de darse cuenta de que nada es tan importante después-de-todo, es la armazón de nuestra vida, que puede dejar de ser un drama cuando así nos lo proponemos y, sí, una eterna comedia. ¡Gracias, señora Maisel!

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La actriz Rachel Brosnahan en una imagen de la serie The Marvelous Mrs. Maisel (Amazon Prime, 2017-2019). La foto es del sitio Première.

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