Si los mayas predijeron que el 21 de diciembre se acabará
el mundo, o al menos la versión actual que conocemos de él, para los fanáticos
puristas de la saga Star Wars, el
apocalipsis es casi inminente. La noticia de la compra de Disney de los
derechos de uno de los hitos indiscutibles del cine ha traído la “noticia-bomba
catastrófica” de una séptima entrega en el futuro, con una posible aparición (qué
alivio) de Carrie Fisher, Harrison Ford y Mark Hamill, los recordados actores
que dieron vida en las primeras entregas a la princesa Leia, Han Solo y Luke
Skywalker, respectivamente.
Disney, siempre Disney. El periodista Esteban Zamorano, de ElUniversal.com (Caracas), recrea un panorama sombrío: “También uno podría especular que como Disney ahora es dueño de Lucasfilms y Marvel Comics, y ya circulan rumores [de] que podría comprar Hasbro, perfectamente podrían hacer un videojuego tipo Kingdom Hearts con Mickey, R2-D2, Spider-Man, Optimus Prime y Scarlett, de G.I. Joe, con una edición especial del juego para Calabozos y Dragones o de Magic: The Gathering (porque estos últimos pertenecen a Hasbro). Una locura”.
Los amantes de la saga de George Lucas pueden tener sobradas razones para reprochar esta venta de derechos que, según los entendidos, se ha
considerado una ganga. Posiblemente, la mayor de ellas tiene que ver, sobre todo,
con el hecho de que algunas obras de arte no deben (re)tocarse de nuevo. Ya
mucho se hizo o se deshizo con las tres llamadas “precuelas”, que intentaron contarnos
más bien con mala suerte la historia que precedió a la saga conocida y admirada
por casi todos, cuyos títulos prefiero citar en inglés: A New Hope (1977), The Empire
Strikes Back (1980) y Return of the
Jedi (1983). Que treinta y cinco años después de su primera aparición, la genial
obra maestra de George Lucas siga dando de qué hablar, me parece estupendo.
Pero que esas razones tengan que ver con transacciones financieras de las que
Disney termina siendo un gigante aún más temible, con la potestad de hacer
viajar en carroza cual Cenicienta al mismo Darth Vader, me parece que es una
calamidad que ni los mismos mayas debieron imaginar. Se trata, a la final, de
la infancia de millones de adultos que está siendo despojada con terrible
crueldad mercantilista de una parte de su inocencia, que viajó en una época a
la velocidad de la luz sobre naves estelares imposibles en duelos a muerte con
espadas láser.
*
En la imagen, los actores Mark Hamill, Carrie Fisher y
Harrison Ford, en un fotograma de la trilogía original de Star Wars, de George Lucas.
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