Lucky nos da el derecho de tener dos paseos diarios muy cortos. El que más me gusta es el de la noche: las calles desiertas, una que otra ventana iluminada. Son cinco minutos en una ciudad fantasma. Ni un ruido de ollas que se friegan o de risas en el balcón. Aún hace frío por las noches.
Recuerdo el episodio de una serie que, desafortunadamente, no he podido ver completa: The Twilight Zone o La dimensión desconocida, como la conocimos en Venezuela. Una búsqueda rápida en Google me dice que estoy haciendo referencia a la serie de los años ochenta, y que el episodio en cuestión se titula, en inglés, «A Little Peace and Quiet», que quizá podría traducirse por un «Un poco de paz y calma». En la historia, una mujer encuentra un amuleto capaz de detener el tiempo. Nadie se mueve, todo el mundo está quieto, inmóvil, sin pestañear.
Así parece haber quedado nuestro mundo. Pero me equivoco. Alguien abre una puerta y sale a la calle con la excusa de sacar la basura. En realidad, es para fumarse un cigarro. Son más de las diez de la noche. El tiempo sigue avanzando.
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La actriz Melinda
Dillon en el episodio «A Little Peace and Quiet» (1985), realizado por Wes
Craven, de la serie The Twilight Zone.
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