jueves, 9 de abril de 2020

Flores en el ático. Día 14


Todas las tardes, a las ocho, los balcones se transforman en balcones de teatro de ópera. Decenas de vecinos salen para aplaudir, en principio, a todo el personal médico y sanitario, desde los sabios del Instituto Pasteur y de los laboratorios que buscan día y noche la cura de la nueva peste hasta los camilleros que se juegan la vida en las trincheras de esta suerte de tercera guerra mundial.

A ellos, y también a los que deben salir a trabajar en las condiciones actuales, dedico de nuevo mi gratitud sincera. Creo que ya lo hice antes, pero creo también que una vez ni varias veces son suficientes. Uno de estos días, tuve que salir a hacer algunas compras y la cajera que me atendió en el supermercado parecía salida de un quirófano: iba con guantes, bata quirúrgica, visera de protección, mascarilla. La frente, emparamada de sudor, se le pegaba a la visera. Se veía agobiada, muerta de cansancio. Le deseé las buenas tardes y le dije que tuviera ánimo. Sólo levantó los hombros y me dio las gracias.

A las ocho, hoy, aplaudiré precisamente por esa valiente cajera.



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La fotografía es de Gabriel Bouys (AFP).

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