Apuntes sobre la ceguera
Es posible leer Ensayo sobre la ceguera, de Saramago, en cuestión de horas, el tiempo, por ejemplo, que dura un vuelo con retraso de Lanzarote a París. Pero a esta obra hay que volver una y otra vez; del mismo modo que ocurre con ciertos textos religiosos o los clásicos o los libros de verdad valiosos, su lectura invita a la iteración. Me he quedado con algunos extractos; aquí reproduzco uno de ellos, según la traducción del profesor Basilio Losada: “El miedo ciega, dijo la chica de las gafas oscuras, Son palabras ciertas, ya éramos ciegos en el momento en que perdimos la vista, el miedo nos cegó, el miedo nos mantendrá ciegos”. Esto último lo dice otro ciego en ese mundo distópico en el que por obras de una epidemia o de una maldición apocalíptica, un buen día, todo el mundo empieza a perder la vista.
Cegados por el miedo; así parecemos estarlo todos. No vemos más allá de nuestras narices porque el temor nos impide abrir los ojos. El pánico es tan grande que no nos damos cuenta de que la vida se nos va yendo muy rápido y nos impide lanzarnos al vacío puesto que también hemos perdido la certeza de que hay vida más allá de lo que nos rodea.
Filosofar de este modo, claro está, corre el peligro de caer en la llamada literatura de autoayuda, que podría concebirse como otra forma de ceguera. Sin ánimos de ofender.
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El tío Paquete (1818-1819), Francisco de Goya, Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid.
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