domingo, 25 de noviembre de 2012

La eternidad contada por los vampiros


Este fin de semana acompañé a Zureya a ver la última entrega de la saga Twilight. Después de haber visto las otras cuatro películas, y aunque todavía la historia no termine de convencerme del todo, he llegado a la conclusión de que el romance de los vampiros más populares de la década arrastra y seduce por su descripción de una eternidad adolescente, su visión del amor sin fin, perpetuado en el alma de dos enamorados que no probarán nunca la muerte y que vivirán para siempre dando saltos sobre rocas y cascadas, retozando en praderas de lilas y cazando ciervos en el bosque (con manos y dientes) llegada la hora de comer.

La muerte condiciona nuestra vida desde que nacemos. Decimos muchas veces: “Aprovecha la vida, vive el momento”. Lo decimos porque sabemos que algún día nuestra existencia llegará a su final. Algunos piensan que después viene la nada. Pero otros sí creen que hay otra vida después de ésta, y entonces viven la experiencia mortal con la seguridad de que habrá después otra etapa, un nuevo capítulo que se perpetuará justamente por los siglos de eso que llamamos la eternidad. Unir esa idea con la del amor que no se acaba nunca, que resiste el paso del tiempo, las huellas de la vejez o la enfermedad, equivale simplemente a encender una llama ideológica capaz de crear un fenómeno de masas, vender 100 millones de libros en todo el mundo y repetir en nuestro imaginario el eco de que los amores verdaderos sí existen, tal y como nos lo enseñaron Romeo y Julieta, y tantos otros enamorados de la cultura occidental.

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En la imagen, un fotograma de la película Twilight 4 (2011), de Bill Condon, muestra a los actores Edward Pattinson y Kristen Stewart.

domingo, 11 de noviembre de 2012

‘Star Wars’, según Disney




Si los mayas predijeron que el 21 de diciembre se acabará el mundo, o al menos la versión actual que conocemos de él, para los fanáticos puristas de la saga Star Wars, el apocalipsis es casi inminente. La noticia de la compra de Disney de los derechos de uno de los hitos indiscutibles del cine ha traído la “noticia-bomba catastrófica” de una séptima entrega en el futuro, con una posible aparición (qué alivio) de Carrie Fisher, Harrison Ford y Mark Hamill, los recordados actores que dieron vida en las primeras entregas a la princesa Leia, Han Solo y Luke Skywalker, respectivamente.

Disney, siempre Disney. El periodista Esteban Zamorano, de ElUniversal.com (Caracas), recrea un panorama sombrío: “También uno podría especular que como Disney ahora es dueño de Lucasfilms y Marvel Comics, y ya circulan rumores [de] que podría comprar Hasbro, perfectamente podrían hacer un videojuego tipo Kingdom Hearts con Mickey, R2-D2, Spider-Man, Optimus Prime y Scarlett, de G.I. Joe, con una edición especial del juego para Calabozos y Dragones o de Magic: The Gathering (porque estos últimos pertenecen a Hasbro). Una locura”.

Los amantes de la saga de George Lucas pueden tener sobradas razones para reprochar esta venta de derechos que, según los entendidos, se ha considerado una ganga. Posiblemente, la mayor de ellas tiene que ver, sobre todo, con el hecho de que algunas obras de arte no deben (re)tocarse de nuevo. Ya mucho se hizo o se deshizo con las tres llamadas “precuelas”, que intentaron contarnos más bien con mala suerte la historia que precedió a la saga conocida y admirada por casi todos, cuyos títulos prefiero citar en inglés: A New Hope (1977), The Empire Strikes Back (1980) y Return of the Jedi (1983). Que treinta y cinco años después de su primera aparición, la genial obra maestra de George Lucas siga dando de qué hablar, me parece estupendo. Pero que esas razones tengan que ver con transacciones financieras de las que Disney termina siendo un gigante aún más temible, con la potestad de hacer viajar en carroza cual Cenicienta al mismo Darth Vader, me parece que es una calamidad que ni los mismos mayas debieron imaginar. Se trata, a la final, de la infancia de millones de adultos que está siendo despojada con terrible crueldad mercantilista de una parte de su inocencia, que viajó en una época a la velocidad de la luz sobre naves estelares imposibles en duelos a muerte con espadas láser.
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En la imagen, los actores Mark Hamill, Carrie Fisher y Harrison Ford, en un fotograma de la trilogía original de Star Wars, de George Lucas.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Traducir del francés al español




Para certificarse como profesor de español en Francia, se deben aprobar unas exigentes oposiciones, compuestas por pruebas escritas y orales cuyo contenido puede ir desde el teatro del Siglo de Oro hasta un análisis del Guernica, de Picasso, o de un tétrico filme en blanco y negro de la época mexicana de Luis Buñuel (sí, me refiero justamente a Los olvidados).
Las traducciones son parte del proceso de preparación. Hoy comparto tres traducciones que he realizado esta tarde del francés al español (ver más abajo). Son extractos de La fuerza de la edad, de Simone de Beauvoir; La cartuja de Parma, de Stendhal, y La peste, de Albert Camus. A aquellos que quieran y que les guste el francés, siéntanse libres de compartir conmigo sus ideas e impresiones acerca de estas traducciones. ¿Cuáles otras posibilidades creen que existen para que los textos resulten mejores y más fieles a sus originales? Gracias por toda la ayuda que puedan prestarme. El examen escrito es el próximo 21 de noviembre. El oral será en junio de 2013. El año pasado aprobé el escrito, pero no el oral. Somos más de mil candidatos para unas 340 plazas. ¡A cruzar todos los dedos conmigo, por favor!


Simone de Beauvoir, La force de l’âge (1960)
Sólo un motivo hubiese sido lo suficientemente consistente como para convencernos de sufrir esos lazos que se dicen legítimos: el deseo de tener hijos; en todo caso, no lo sentíamos. Sobre el tema se me ha obligado a tomar partido tan a menudo, me han formulado tantas preguntas, que deseo explicarme. No tenía ni tengo ningún prejuicio contra la maternidad; los bebés nunca me habían interesado, pero, más crecidos, los niños a menudo me encantaban; incluso me había propuesto tener mi propio hijo en la época que soñaba casarme con mi primo Jacques. Si ahora cambiaba de proyecto, era sobre todo porque mi felicidad era demasiado sólida como para que ninguna novedad pudiera seducirme. Un niño no hubiese podido fortalecer aún más los vínculos que nos unían a mí y a Sartre; no deseaba que la existencia de Sartre se reflejara y se prolongara en la de otro: él se bastaba a sí mismo; él me bastaba. Y yo me bastaba: ni soñaba por un momento reencontrarme con mi propia carne.
Un seul motif eût pesé assez lourd pour nous convaincre de nous infliger ces liens qu’on dit légitimes: le désir d’avoir des enfants; nous ne l’éprouvions pas. Là-dessus on m’a si souvent prise à partie, on m’a posé tant de questions que je veux m’expliquer. Je n’avais, je n’ai, aucune prévention contre la maternité ; les poupons ne m’avaient jamais intéressée, mais, un peu plus âgés, les enfants me charmaient, souvent ; je m’étais proposé d’en avoir à moi au temps où je songeais à épouser mon cousin Jacques. Si à présent je me détournais de ce projet, c’est d’abord parce que mon bonheur était trop compact pour qu’aucune nouveauté pût m’allécher. Un enfant n’eût pas resserré les liens qui nous unissaient Sartre et moi ; je ne souhaitais pas que l’existence de Sartre se reflétât et se prolongeât dans celle d’un autre : il se suffisait, il me suffisait. Et je me suffisais : je ne rêvais pas du tout de me retrouver dans une chair issue de moi.

Stendhal, La Chartreuse de Parme (1830)
            Fue en el invierno de 1830 y a trescientas leguas de París que esta novela fue escrita; por tanto, no hay en ella ninguna alusión a los acontecimientos de 1839. Muchos años antes de 1830, en la época en que nuestros ejércitos recorrían Europa, la casualidad quiso que viviera alquilado en el hogar de un clérigo: era en Padua, encantadora ciudad de Italia; prolongándose la estancia, nos hicimos amigos.
            C’est dans l’hiver de 1830 et à trois cents lieues de Paris que cette nouvelle fut écrite ; ainsi aucune allusion aux choses de 1839. Bien des années avant 1830, dans le temps où nos armées parcouraient l’Europe, le hasard me donne un billet de logement pour la maison d’un chanoine : c’était à Padoue, charmante ville d’Italie ; le séjour s’étant prolongé, nous devînmes amis.

Albert Camus, La peste (1947)
Una manera fácil de conocer una ciudad consiste en buscar cómo se trabaja, cómo se ama y cómo se muere en ella. En nuestra pequeña ciudad, debido al efecto del clima, todo eso se hace junto, con el mismo aire frenético y ausente. Es decir, que ahí uno se aburre y se aplica a adquirir costumbres. Nuestros conciudadanos trabajan mucho, pero siempre para enriquecerse. Se interesan sobre todo en el comercio y se ocupan, ante todo, según su expresión, a hacer negocios. Naturalmente, también tienen afición por las simples alegrías, aman las mujeres, el cine y los chapuzones en la playa.
Une manière simple de faire la connaissance d’une ville est de chercher comment on y travaille, comment on y aime et comment on y meurt. Dans notre petite ville, est-ce l’effet du climat, tout cela se fait ensemble, du même air frénétique et absent. C’est-à-dire qu’on s’y ennuie et qu’on s’y applique à prendre des habitudes. Nos concitoyens travaillent beaucoup, mais toujours pour s’enrichir. Ils s’intéressent surtout au commerce et ils s’occupent d’abord, selon leur expression, de faire des affaires. Naturellement ils ont du goût aussi pour les joies simples, ils aiment les femmes, le cinéma et les bains de mer.

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En la imagen, una fotografía de la escritora, filósofa y feminista francesa Simone de Beauvoir (1908-1986), extraída del sitio Jacketmechanical.blogspot.com.