lunes, 5 de noviembre de 2012

Traducir del francés al español




Para certificarse como profesor de español en Francia, se deben aprobar unas exigentes oposiciones, compuestas por pruebas escritas y orales cuyo contenido puede ir desde el teatro del Siglo de Oro hasta un análisis del Guernica, de Picasso, o de un tétrico filme en blanco y negro de la época mexicana de Luis Buñuel (sí, me refiero justamente a Los olvidados).
Las traducciones son parte del proceso de preparación. Hoy comparto tres traducciones que he realizado esta tarde del francés al español (ver más abajo). Son extractos de La fuerza de la edad, de Simone de Beauvoir; La cartuja de Parma, de Stendhal, y La peste, de Albert Camus. A aquellos que quieran y que les guste el francés, siéntanse libres de compartir conmigo sus ideas e impresiones acerca de estas traducciones. ¿Cuáles otras posibilidades creen que existen para que los textos resulten mejores y más fieles a sus originales? Gracias por toda la ayuda que puedan prestarme. El examen escrito es el próximo 21 de noviembre. El oral será en junio de 2013. El año pasado aprobé el escrito, pero no el oral. Somos más de mil candidatos para unas 340 plazas. ¡A cruzar todos los dedos conmigo, por favor!


Simone de Beauvoir, La force de l’âge (1960)
Sólo un motivo hubiese sido lo suficientemente consistente como para convencernos de sufrir esos lazos que se dicen legítimos: el deseo de tener hijos; en todo caso, no lo sentíamos. Sobre el tema se me ha obligado a tomar partido tan a menudo, me han formulado tantas preguntas, que deseo explicarme. No tenía ni tengo ningún prejuicio contra la maternidad; los bebés nunca me habían interesado, pero, más crecidos, los niños a menudo me encantaban; incluso me había propuesto tener mi propio hijo en la época que soñaba casarme con mi primo Jacques. Si ahora cambiaba de proyecto, era sobre todo porque mi felicidad era demasiado sólida como para que ninguna novedad pudiera seducirme. Un niño no hubiese podido fortalecer aún más los vínculos que nos unían a mí y a Sartre; no deseaba que la existencia de Sartre se reflejara y se prolongara en la de otro: él se bastaba a sí mismo; él me bastaba. Y yo me bastaba: ni soñaba por un momento reencontrarme con mi propia carne.
Un seul motif eût pesé assez lourd pour nous convaincre de nous infliger ces liens qu’on dit légitimes: le désir d’avoir des enfants; nous ne l’éprouvions pas. Là-dessus on m’a si souvent prise à partie, on m’a posé tant de questions que je veux m’expliquer. Je n’avais, je n’ai, aucune prévention contre la maternité ; les poupons ne m’avaient jamais intéressée, mais, un peu plus âgés, les enfants me charmaient, souvent ; je m’étais proposé d’en avoir à moi au temps où je songeais à épouser mon cousin Jacques. Si à présent je me détournais de ce projet, c’est d’abord parce que mon bonheur était trop compact pour qu’aucune nouveauté pût m’allécher. Un enfant n’eût pas resserré les liens qui nous unissaient Sartre et moi ; je ne souhaitais pas que l’existence de Sartre se reflétât et se prolongeât dans celle d’un autre : il se suffisait, il me suffisait. Et je me suffisais : je ne rêvais pas du tout de me retrouver dans une chair issue de moi.

Stendhal, La Chartreuse de Parme (1830)
            Fue en el invierno de 1830 y a trescientas leguas de París que esta novela fue escrita; por tanto, no hay en ella ninguna alusión a los acontecimientos de 1839. Muchos años antes de 1830, en la época en que nuestros ejércitos recorrían Europa, la casualidad quiso que viviera alquilado en el hogar de un clérigo: era en Padua, encantadora ciudad de Italia; prolongándose la estancia, nos hicimos amigos.
            C’est dans l’hiver de 1830 et à trois cents lieues de Paris que cette nouvelle fut écrite ; ainsi aucune allusion aux choses de 1839. Bien des années avant 1830, dans le temps où nos armées parcouraient l’Europe, le hasard me donne un billet de logement pour la maison d’un chanoine : c’était à Padoue, charmante ville d’Italie ; le séjour s’étant prolongé, nous devînmes amis.

Albert Camus, La peste (1947)
Una manera fácil de conocer una ciudad consiste en buscar cómo se trabaja, cómo se ama y cómo se muere en ella. En nuestra pequeña ciudad, debido al efecto del clima, todo eso se hace junto, con el mismo aire frenético y ausente. Es decir, que ahí uno se aburre y se aplica a adquirir costumbres. Nuestros conciudadanos trabajan mucho, pero siempre para enriquecerse. Se interesan sobre todo en el comercio y se ocupan, ante todo, según su expresión, a hacer negocios. Naturalmente, también tienen afición por las simples alegrías, aman las mujeres, el cine y los chapuzones en la playa.
Une manière simple de faire la connaissance d’une ville est de chercher comment on y travaille, comment on y aime et comment on y meurt. Dans notre petite ville, est-ce l’effet du climat, tout cela se fait ensemble, du même air frénétique et absent. C’est-à-dire qu’on s’y ennuie et qu’on s’y applique à prendre des habitudes. Nos concitoyens travaillent beaucoup, mais toujours pour s’enrichir. Ils s’intéressent surtout au commerce et ils s’occupent d’abord, selon leur expression, de faire des affaires. Naturellement ils ont du goût aussi pour les joies simples, ils aiment les femmes, le cinéma et les bains de mer.

*
En la imagen, una fotografía de la escritora, filósofa y feminista francesa Simone de Beauvoir (1908-1986), extraída del sitio Jacketmechanical.blogspot.com.

No hay comentarios:

Publicar un comentario