domingo, 6 de agosto de 2023

Canción de verano (5/30)

 


Malesherbes

La vida y sus circunstancias me han empujado a empezar de cero en más de una ocasión. Esta vez, este año, reescribo los días de mi vida en Malesherbes, una pequeña ciudad de unos seis mil habitantes situada a la entrada de la región del Centro-Valle del Loira, el pleno corazón de Francia. Malesherbes también es el patio trasero de la región parisiense; es la última estación de la red de trenes interurbanos, por los cuales es posible llegar hasta París en una hora y media aproximadamente.

Aquí me he instalado en una casa de unos ochenta metros cuadrados. No tiene jardín, pero sí muchos años, más de cien. En el ayuntamiento quedaron en darme en septiembre la fecha precisa de construcción de la casa. Creo que debe datar, como mucho, de principios del siglo pasado. He logrado poco a poco ponerla a mi gusto; la casita se ha convertido rápidamente en mi refugio, en una auténtica isla en la que respiro abundantes bocanadas de paz. No habría podido realizar este sueño sin el apoyo invaluable de tantas buenas personas que han querido transformarse en hadas y duendes benéficos para mi mayor felicidad.

Malesherbes tiene una cierta mala fama en la región. Por ser el último punto de llegada de los trenes que vienen de París, la ciudad ha querido asociarse con una imagen más bien decadente. La impresión que me he llevado es más bien positiva; aquí he vaciado de nuevo los cartones, y espero que esta vez sea por mucho tiempo. A mí, que tanto me gustan los libros, y que quisiera poder tener muchos más, me da mucha alegría saber que Malesherbes es la capital de la imprenta en Francia. Aquí se imprime una muy buena parte de los libros que se distribuyen, venden y leen en el país con una de las mejores literaturas del mundo. Todo eso tiene que ser una buena señal de que mi decisión de mudarme a esta localidad es forzosamente buena. Dormir a unos metros de un conjunto de rotativas encargadas de diseminar la cultura debe traer, a la larga, un efecto saludable, una esperanza de redención. 

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Una imagen del Museo Taller de la Imprenta, situado en Malesherbes.


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