jueves, 19 de marzo de 2020

Flores en el ático. Día 3





«Flores en el ático. Día 3. O la lucha sin fin contra los pelos de Lucky». Tal debería ser el título completo de esta breve historia.

Lucky es un perro labrador de un elegante color chocolate. Tiene el color de los ojos entre verde y miel, y una mirada de niño regañado. Es nuestro amigo fiel. En estos días de confinamiento, su continua pérdida de pelos, producto del cambio estacional, nos obliga a pasar la aspiradora dos veces al día, y a darnos cuenta de que limpiar una casa, sobre todo en momentos tan particulares como éstos, se parece mucho a ese mito griego, el de Sísifo, condenado por los dioses a empujar eternamente un peñasco por una empinada montaña para luego dejarlo caer en la cima y volver a empezar. Así, como si nada, por siempre jamás.

Lucky, pues, nos ha confrontado en esta temporada de encierro a una cuestión filosófica: la vida está llena de futilidades. Es cierto, hay que tratar de tenerlo todo limpio, es necesario, y ahora más que nunca. Pero en esto de pasar la aspiradora un día tras otro es inevitable sentirme como Sísifo. Los pelos reaparecen de inmediato, y se multiplican por cien apenas guardo la aspiradora.

Lo que pasa es que necesitamos darle un objetivo a nuestra existencia, es una necesidad y a la vez una pregunta que interesa a más de uno. Me pongo a pensar también en la vida de Lucky, confinado a cuatro paredes mucho antes de esta locura, acostumbrado a dos paseos diarios para aliviar sus necesidades y divertir el olfato con todas las curiosidades de la acera, que debe ser, sin duda, un universo de sensaciones para él. Todo esto lo ha vivido nuestro Lucky con estoicismo y coraje durante sus casi siete años de vida. Y eso que nació en una granja muy cerca de Chartres; nada comparado con la vida en un apartamento. Su peñasco ha sido esperar un día tras otro el momento en que se abra la puerta y pueda salir al exterior. Luego esperar por el siguiente paseo, y así sucesivamente.

Nuestro peñasco consiste en aspirar sus pelos. Y en buscar el propósito de nuestra vida.

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En la foto, Lucky, una tarde de otoño de 2014, aproximadamente.

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