lunes, 12 de marzo de 2012

París en blanco y negro, con la tía Ada




Una de estas noches soñé con la tía Ada. Era un sueño en blanco y negro; estábamos en París. Creo que debió haber sido en la época en la que ella vivió en el 40 Bis de la avenida Suffren, a pocos metros de la torre Eiffel, a finales de los sesenta. Quizá fueron los tres mejores meses de toda su vida. En el sueño, se veía feliz, risueña, hermosa; con la piel traslúcida y un lunar negro en la mejilla derecha, pícaro, hollywoodiense. Me dijo: «Vamos a pasear un poco; la pasaremos muy bien»

Yo iba a su lado en un sedán que debía ser negro por fuera, con asientos altos y mullidos. Ella conducía. París desfilaba por nuestras ventanas como un carrusel mudo, dejando sólo resonar el tintineo de los cafés y el reflejo de los faroles en las aceras. Era como si la lluvia lo hubiera desteñido todo. Blanco y negro. Creo que paseábamos y reíamos, pero me desperté con la idea de que aquél había sido un sueño triste, un viaje sin retorno en el tiempo al París de la tía Ada.

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Notre Dame Noir et Blanc, pose longue. Foto de Serge Ramelli, 2011.

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