jueves, 19 de julio de 2012

Ahora todos podemos ser periodistas



El poder de producir informaciones ya no es obra exclusiva de los medios. La web 2.0 ha traído una ola de cambios, y los internautas disponen ahora de más herramientas para desempeñar el papel de comunicadores o aún de periodistas: pueden publicar sus ideas en blogs gratuitos; desde 2004, forman parte de la gran red social Facebook; desde 2005, pueden producir videos y publicarlos en YouTube; desde 2006, y con apenas 140 caracteres, pueden informar e informarse y enviar imágenes gracias al portal Twitter. Todas estas transformaciones sociales y mediáticas se han producido a la vez que la prensa escrita experimenta una etapa en la que urge reinventarse para sobrevivir. Cada vez más lectores prefieren acudir a internet antes que al papel para informarse; la razón es evidente: es mucho más rápido y barato. Los periódicos, de este modo, pierden dinero. El modelo clásico de la prensa como negocio se ha agotado, y el oficio mismo del periodista, como se ha visto, queda en entredicho. ¿Quién necesita periodistas cuando ya todos pueden serlo?

En este contexto aspiro a centrar el tema de mi tesis doctoral en la Universidad Sorbonne Nouvelle-París III. Ahora que ya no hablamos de medios de comunicación de masas sino de masas de medios (Ramonet, 2011), los periódicos clásicos en su formato digital buscan aumentar el número de lectores dejándoles participar fundamentalmente a través de los comentarios. Mi trabajo va a hacer, entonces, de los comentarios de los usuarios de los periódicos electrónicos el tema principal de estudio. Y esto me interesa, básicamente, desde la perspectiva ofrecida por el contexto del contrato de comunicación propuesto por Charaudeau (2002).

En este contrato, se habla de dos instancias: la primera, la emisora o mediática, se encarga de transformar el acontecimiento bruto en un acontecimiento interpretado; la segunda, la receptora, va a interpretar a su vez este acontecimiento en un proceso llamado de transacción. Entre ambas instancias se establece un contrato, una especie de acuerdo que, según el estudio de normas psicosociales y discursivas, puede ser analizado desde una perspectiva lingüística. Trataré de retomar un estudio profundizado de este contrato, siempre según el punto de vista lingüístico o más bien semiolingüístico, para extender o añadir otros aspectos presentes en el discurso de la prensa digital. Por ejemplo, el del consenso. La prensa en línea consiente en otorgar nuevos y mayores espacios de participación a sus lectores. Hay un mensaje entre líneas: “Venga, acérquese, publique sus opiniones. Sea usted mismo también un periodista como nosotros”. El lector sigue el juego, por decirlo de una manera. Sus puntos de vista, no obstante, van a pasar por un filtro, por la figura de un moderador, que es parte del medio. La libertad de expresarse sigue siendo, desde esta óptica, prioridad exclusiva del periódico, y, en la apariencia, el foro de comentarios constituye sólo otro recurso para aumentar su lectorado.

La descripción de estas situaciones, que formarán parte de la propuesta, tiene como propósito aportar un conocimiento adicional al estudio de los medios a partir del contrato de comunicación como herramienta teórica-metodológica del análisis del discurso. Ésta será, entonces, mi primera intención. Digo que vamos hacia un post-contrato de la comunicación porque creo que los cambios sociales, el replanteamiento informativo de los periódicos en la esfera digital, el fulgurante e imparable recorrido de internet y de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación nos obligan a repensar los modelos de análisis que hemos utilizado hasta ahora. En este sentido, de forma hipotética digo que el contrato de comunicación no ha perdido vigencia, que sus postulados aún son necesarios para entender el fenómeno de la comunicación mediática, pero que sí es hora de revisarlo y de adaptarlo, específicamente en nuestro caso, al discurso de la prensa en línea.

En segundo lugar, una vez llegados a este punto, vamos a procurar establecer cuáles podrían ser los aportes del periodismo digital o multimedia en pro de la verdadera democratización de la información. Si entendemos, también de forma hipotética, que los periódicos electrónicos se valen de los foros para ganar más lectores, ¿qué ocurriría si estos medios dieran a los usuarios herramientas de verdadera participación en la interpretación de los acontecimientos, si la multiplicidad de comentarios pudiera transformarse en un nuevo género periodístico, en una forma auténtica y genuina de informar “por y para el pueblo”? Ramonet (2011) considera que el regreso al periodismo de calidad, de historias bien contadas, a la esencia del relato detallado podrá salvar el oficio de informar. Nosotros apoyamos esta tesis y añadimos otra más: un nuevo periodismo fabricado por los lectores y los periodistas “a cuatro manos” podrá coexistir con su forma clásica en ésta y en las siguientes etapas que la web seguirá recorriendo en su carrera hacia la perfección tecnológica, que no siempre discursiva.

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La imagen fue obtenida del sitio Ristretto.weave.eu. La bibliografía mencionada corresponde a Charaudeau, Patrick (2002) El discurso de la información mediática, Gedisa, Barcelona-Buenos Aires; y a Ramonet, Ignacio (2011) L’explosion du journalisme, Galilée, París.

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