viernes, 6 de julio de 2012

El secuestro de las ‘misses’ (2)


Cuando la camioneta se detuvo, las misses estaban rendidas de sueño, miedo y cansancio. Pocos minutos después de haber sido secuestradas, sus captores, amables dentro de lo que cabía, habían cubierto sus ojos con vendas de seda negra. El viaje debió durar varias horas; era difícil saberlo. De cualquier modo, cuando las puertas del vehículo se abrieron y ellas descendieron con cierta dificultad, trastabillando con sus tacones de vértigo y ya sin las vendas, contemplaron atónitas la vista de un soberbio palacio de aires de cuento de hada francés en el medio de una selva amazónica.
―Trabajamos para alguien muy poderoso. Dentro de poco van a pensar que lo mejor que les habrá pasado en sus vidas será justamente esto de haber sido secuestradas. Yo soy Iván, y ellos son Simón y David.
Hablaba el que parecía ser el jefe de los secuestradores. Había algo que no cuadraba; aquellos hombres parecían sacados de una telenovela mexicana. Demasiado bien parecidos; demasiado corteses. Demasiado ¿falsos?
―No se les ocurra oponer resistencia y mucho menos escapar. Los terrenos que rodean el palacio de la Duquesa están estrictamente controlados ―dijo Iván.
La Duquesa. ¿Quién era? ¿Se trataba de ese “alguien muy poderoso”, de la persona que había encargado el secuestro?
―Antes de conocer a la Duquesa será imprescindible que se cambien. El desfile en traje de noche lo harán en realidad a la hora del desayuno. Bienvenidas a Villa Alba.
Las misses cayeron en la cuenta que habían hecho aquel viaje en traje de baño. Y pensaron al mismo tiempo en el desfile al que nunca asistieron:
―No piensen que esto va a durar mucho tiempo ―dijo Miss Zulia―. La policía habrá descubierto que no estuvimos en el desfile; los organizadores del concurso sabrán que hemos sido secuestradas. De alguna manera, nos encontrarán.
Miss Zulia hablaba con valor, aunque las piernas le temblaban.
Iván no disimuló una sonrisa que casi era compasiva:
―La policía nunca sabrá que ustedes están aquí. Nadie sabe ni siquiera que ustedes fueron secuestradas. En realidad, ustedes sí estuvieron en el desfile. Tres impostoras que trabajan para nosotros ocuparon sus lugares. Y creo que lo hicieron demasiado bien.
Las misses se miraron con cara de desamparo. Iván dirigió una mirada a Miss Nueva Esparta:
―Anoche usted fue coronada como la nueva Miss Venezuela.
Los tres hombres soltaron sonoras carcajadas mientras conducían a las misses a aquel palacio imposible en la selva más verde del mundo.

*

La imagen, de una serie titulada Crowning Moment / Miss Universe (2010), fue obtenida del sitio Jellystrawberry.blogspot.com.

© Derechos reservados. Ricardo López Díaz y Cuadernosparis.blogspot.com.


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