Tenemos petróleo, pero ¿tenemos ideas?

Un amigo, Léon, se ofreció un día a ayudarme a reparar nuestro carro. No recuerdo ahora cuál era el problema, pero nunca olvidaré las ideas ingeniosas que él tuvo para ayudarme y poner el vehículo de nuevo en buen estado. Con una sonrisa, me dijo: “No tenemos petróleo, pero sí tenemos ideas”.

Esa frase me ha hecho pensar desde entonces. Los franceses, en general, piensan justamente que sus ideas son más importantes que las riquezas naturales de un país como, por ejemplo, Venezuela. Y creo que tienen razón. Ese modo de pensar me recuerda al lema tan conocido y tan mal aplicado del sabio Arturo Uslar Pietri, que nos hablaba hace años de la importancia de “sembrar el petróleo”.

Todos los días leo las informaciones publicadas en la edición digital de los periódicos venezolanos. Las elecciones primarias parecen haber traído, a una buena parte de la población, un viento de esperanza. Los cambios son posibles. Trato de leer entre líneas, y espero que no volvamos a cometer el error de pensar que las soluciones a todos los males descansan en los hombros de una sola persona.

Siempre he pensado que antes de querer cambiar a un presidente, debemos empezar por nosotros mismos. Por aplicar las buenas ideas que traen progreso, bienestar, desarrollo, educación, salud, cultura. Paz. Empecemos por saludar al vecino, por poner la basura en su lugar, por respetar las luces del semáforo.

El petróleo puede ayudarnos a lograr estas metas; sin embargo, el petróleo se nos acabará algún día, y sólo nos quedarán nuestros brazos y nuestras cabezas para pensar y avanzar. Para crear y soñar, para creer que la inseguridad en las calles será un día una pesadilla felizmente olvidada y que todos podemos caber en un mismo país sin discriminaciones ni diferencias de ningún tipo o color.